La naturaleza es la poesía de la mente - Robert J. Richards (traducción)
“Todo arte debe convertirse en ciencia y toda ciencia en arte; poesía y filosofía deberían hacerse una sola."
- Friedrich Schlegel
En 1853, dos décadas después de la muerte de Goethe, Hermann von Helmholtz, que acababa de convertirse en profesor de anatomía en Königsberg, presentó una evaluación de las contribuciones del poeta a la ciencia. El joven Helmholtz lamentaba el obstinado rechazo en que se había posicionado Goethe en torno a los experimentos del prisma de Newton.
La teoría goetheana de la luz y el color llegaron simplemente hasta los límites de su genialidad poética. Sin embargo, en la ciencia biológica fue diferente.
Desde la perspectiva de Helmholtz, Goethe había adelantado en este campo dos ideas singulares y "extraordinariamente fructíferas" (como las barreras de contacto):
1. El poeta reconoció que ciertas estructuras anatómicas de diversos animales revelaban un tipo de unidad subyacente a las diferencias superficiales generadas por la variabilidad en la comida, hábitos y localización de los mismos.
2. Su segundo logro fue relacionado a la teoría de la metamorfosis de los organismos: la premisa de que las diversas articulaciones presentes dentro de un organismo se desarrollan a partir de un tipo de estructura básica (proto/arquetípica):
- hojas, vértebras -
Según Helmholtz, estas dos concepciones morfológicas generales, fundamentaron la emergencia de la biología a mediados de siglo. El científico alemán pensaba que Goethe había llegado a estas ideas, a través de una comprensión intuitiva/poética (anschauliche Begriffe).
Explicando que fue una vez que el poeta se encontraba jugando con un cráneo de oveja en Venecia, que reconoció que los huesos fusionados eran vértebras transformadas. Esta experiencia resultó en su teoría vertebral, que después se convirtió en su concepción estándar en el campo de la morfología.
Así, la intuición poética liberó una idea que estaba incrustada inicialmente en la materia, volviéndola disponible (visible) para la comprensión analítica del científico.
Cuarenta años después, en 1892, Helmholtz volvió a examinar los logros científicos de Goethe [...] esta nueva evaluación era ahora de mayor complejidad. Helmholtz explicó que la intuición del poeta había sido correcta al rechazar la teoría newtoniana de la luz.
"Si Goethe hubiera conocido la teoría de ondas de Huygens, hubiera podido desplazarse hacia una concepción más satisfactoria" dijo Helmholtz.
El científico alemán reforzó su juicio sobre la importancia de las ideas morfológicas goetheanas, asegurando que las premisas del poeta condujeron a una aceptación acelerada de la teoría evolutiva darwiniana, particularmente en Alemania.
Después de 50 años de una carrera que abarcó desde la física hasta la fisiología, desde la óptica hasta la representación artística, Helmholtz evaluó con mayor sensibilidad la aproximación estética hacia la naturaleza. Haciendo énfasis en un principio operativo dentro del trabajo de Goethe y que segun Richards sirvió como una concepción fundamental y organizante dentro de la filosofía del Romanticismo temprano.
Este es el principio estético-epistemológico de la complementaridad de las concepciones poéticas y científicas de-sobre la naturaleza.
izquierda - derecha
ciencia - poesía (arte)
Vía visual - Santiago Ramón y Cajal
Helmholtz llegó a estar de acuerdo con Goethe en que la "representación artística" proporcionaba otro camino (vía) hacia las complejidades del mundo físico.
in-ars (primario) / ars (secundario)
Tanto la intuición estética como la científica conducen a la comprensión de la fuerza subyacente que da forma a la superficie de las cosas.
Así, ejercer la intuición estética dentro del ámbito de la ciencia no se introduciría nada extraño, sino que está ayudaría al científico a comprender las estructuras fundamentales de la naturaleza.
Viaje (dinámico) protéico
estructura - conformación - función
Pero Helmholtz desconocía las barreras (obstáculos) metafísicas y epistemológicas que Goethe había tenido que superar para lograr el principio de complementaridad. Una vez establecido este principio se convirtió en un instrumento, no solo para facilitar el camino de Darwin sino también permitiendo al mismo Goethe moverse a través de una vía que el inglés recorrería mas tarde.
Las barreras que Goethe encontró derivaban de Kant; resultado de la insistencia de su amigo Friedrich Schiller, Goethe se convirtió hacia la epistemología kantiana (idealismo) que parecía bloquear el acceso al mundo real.
La ruta de escape para Goethe vino a través de otro amigo: el filósofo Friedrich Schelling, amistad que se volvió muy cercana, donde ambos dejaron marcas en el otro:
- Schelling llevó a su mentor más allá de Kant, hacia un tipo de teoría evolutiva que Kant había rechazado;
Goethe por su parte, ayudó a anclar el idealismo a la deriva de Schelling. -
Obstáculos entre Kant y Goethe
Debido a su disposición poética, Goethe se inclinaba hacia el realismo. Su poesía expresaba la experiencia inmediata con la naturaleza intentando re-crear esa experiencia para el lector.
En 1780 Goethe se dedicó al estudio de Spinoza bajo la tutela de su amigo Johann Gottlieb Herder, el estudio sistemático de este filósofo lo inspiró a explorar los fenómenos empíricos con el fin de descubrir aquellas ideas que determinaban las estructuras esenciales de los objetos naturales.
realismo - idealismo
Arquetipos de plantas y animales. Goethe se convenció que animaban (psique) la naturaleza; el pensaba que el experimento científico y la observación sistemática podrían hacer emerger esas estructuras hacia el reconocimiento intuitivo (superficie). Una clase de realismo racionalista.
Pero en 1789, Goethe empredió el estudio de la primera Crítica de Kant con la ayuda de Karl Leonhard Reinhold. Así el poeta tropezó con la primera posición epistemológica de aquel libro, a saber que una barrera impenetrable (aporía) se interponía entre la mente y el mundo.
"A veces mis habilidades poéticas fueron obstáculos,
a veces mi conocimiento mundano,
y yo he sentido que no he llegado muy lejos."
Las notas marginales de Goethe indican que entendió la afirmación kantiana con bastante claridad; sin apreciar la justificación racional de esta. Años después su amigo Schiller lo "convenció" de la validez epistemológica de Kant. Pero eso solo exacerbó su frustración, ya que permaneció constitucionalmente dispuesto hacia el realismo.
Él habia sentido a la naturaleza de manera directa e inmediata, expresando esa experiencia íntima a través de su flujo poético vertido desde su pluma. Por lo tanto la pregunta se volvió conmovedora:
¿Cómo podría uno tener un contacto inmediato y estéticamente sensible con la naturaleza
que existe más allá de la mente,
si la posición kantiana se mantiene firme (barrera)?
Para Goethe, este disgusto se extendió mas allá de lo estético hacia lo científico.
Al viajar por Italia (1786-1788) Goethe pensó que había resuelto un problema profundo de la biología. Regresando a Weimar comenzó a trabajar en un tratado para explicar aquel descubrimiento: "La metamorfosis de las plantas" (1790) describe el desarrollo de los organismo vegetales en términos de una estructura ideal que expresaría la esencia de todas las plantas. Sin embargo ese arquetipo, como Goethe lo interpretó, servía no solo como un (proto)tipo ideal, sino también como una fuerza productora de los organismos naturales.
Sobre este descubrimiento cayó nuevamente en el pallium kantiano: ¿Cómo podría estar seguro de que esta idea arquetípica corresponde a algo real, con una fuerza que reside en la naturaleza?
Sin embargo, las dificultades oscilantes de Goethe con Kant se cubrieron inicialmente de entusiasmo cuando leyó la recién publicada "Crítica del Juicio". La cual, segun él, especificaba de manera más clara la conexión entre el juicio estético y el biológico.
Mostrando de manera explícita lo que Goethe sabía implícitamente: una relación entre el ámbito del arte y el ámbito de la ciencia. Esta Crítica ofreció también a Goethe la confirmación de que la obra de arte y la obra ("producto") natural existían por su propio derecho como para sí mismos. (poiesis)
Los organismos pueden ser moldeados por el ambiente externo, pero sus estructuras internas no podrían ser explicadas ni justificadas por ese ambiente, ni por ninguna otra causa externa.
El análisis de la Crítica también liberó al arte de la opresión de las causas finales: los objetos de arte tienen un valor estético independientemente de su valor moral, temática teológica o carácter decorativo. Sin embargo, en medio de esta abundancia filosófica kantiana, Goethe volvió a toparse con una barrera que ahora obstruía dos avenidas:
- Kant permitiría la existencia de "ideas arquetípicas" como aquella de la -planta arquetípica- e incluso conceder que el naturalista podría asumir que estos arquetipos tendrían una eficacia creativa. Pero estos solo podría funcionar, según Kant, als ob como (si) heurísticas regulativas.
Podríamos asumir que el intelecto arquetípico crea objetos naturales, pero esta premisa no sería válida para la ciencia. Goethe pensaba que estos "órganos ideales" operaban como causas reales. El sabio de Konigsberg se había negado a reconocer un proceso natural acerca del cual Goethe estaba convencido: la transición evolutiva de las especies.
Estas son algunas de las dificultades con las que Goethe se toopó. La persona que mas quería convencer a Goethe sobre el poder de la perspectiva kantiana fue nada más y nada menos que su amigo Friedrich Schiller.
El apoyo de Schiller hacia Kant
Goethe y Schiller diferían tando en temperamento como en actitudes intelectuales, solían abordar ciertos temas que tenían en común desde perspectivas bastante distantes.
"Schiller predicaba el evangelio de la libertad; Yo quería preservar los derechos de la naturaleza"
Esta simple premisa critraliza varias facetas de sus diferencias intelectuales: Schiller manifestaba una especie de fervor religioso, Goethe un comportamiento frío y casi legal; Schiller hacia énfasis en la libertad creativa del artista, Goethe se enfocaba en las limitaciones impuestas por la Naturaleza; Schiller miró hacia adentro, Goethe hacia afuera; Schiller era un idealista kantiano, Goethe, al menos en el inicio un realista espinozista. Pero al ir madurando esa amistad, sus ideas y actitudes comenzaron a migrar hacia un terreno común.
Después de su primer encuentro, en julio de 1794, Schiller le envió una carta donde diagnosticaba sus diferencias intelectuales y artísticas. El análisis halagaba a Goethe por su genio, pero sin empañar la estimación de Schiller de su propias virtudes. La carta sugería cómo los intelectos de tan diversas características podrían viajar por el mismo camino:
¿Te resulta difícil darte cuenta de la maravillosa concordancia de tus instintos filosóficos con los
resultados puros de la razón especulativa. Parece que
no podría haber una mayor oposición que la que existe entre la mente especulativa,
que comienza con la unidad, y la intuitiva, que comienza con lo múltiple.
Si la primera busca la experiencia con un sentido casto y verdadero, y
la segunda busca aquella ley con un poder de pensamiento libre y autoactivo (Denkkraft),
entonces ambas no podrían dejar de encontrarse a la mitad del camino.
unidad ; multiplicidad
La mente intuitiva sólo se ocuparía de lo individual,
la especulativa se focalizaría con la tipología/especie (común) [Gattung].
Pero si la mente intuitiva tiene genio y puede buscar en el reino empírico el carácter de lo necesario, siempre producirá lo individual, pero con el carácter de la especie;
y si la mente especulativa tiene genio y no pierde de vista la experiencia, entonces siempre producirá la tipología/especie (común), pero animado con
la posibilidad de vida y con una relación fundamental con los objetos reales.
Schiller sugirió además que Goethe tenía un temperamento sureño, casi griego, que solo pudo haberse dado cuenta de su potencial después de entrar en contacto con las fuentes originales. La realidad vivida permitió a su imaginación, “de manera racional, parir internamente un territorio griego." Sin embargo, después de que ocurrió esta re-creación racional, según Schiller, tenía que volver hacia sus intuiciones y sentimientos, los cuales después guíaron su producción artística.
Poco después de escribir su carta, Schiller elaboró estas categorías de mente intuitiva y la mente especulativa en su gran tratado "Naive und sentimentalische Dichtung (Poesía ingenua y sentimental, 1795). Imaginó a Goethe como el poeta ingenuo, que respondió intuitivamente a la naturaleza, y a sí mismo (Schiller) como el sentimental, que tuvo que luchar reflexivamente con sus ideas en la ejecución de su arte.
Schiller se inspiró para realizar su diagnóstico de la tercera Crítica de Kant, un libro que tanto él como Goethe habían estado leyendo desde su aparición cuatro años antes. El analisis dependía de la noción de genio (genialidad) de Kant, que la Crítica describe de esta manera:
"El genio es el talento (don natural) que da la pauta hacia el arte [Kunst].
Como el talento es innato,
la capacidad productiva del artista, pertenece a la naturaleza. Entonces también podríamos expresarlo de esta manera:
El genio es el rasgo mental innato (ingenium) a través del cual la naturaleza da la pauta hacia el arte.”
La definición sugería a Schiller que las reglas inefables para la creación de la belleza emergen de la naturaleza del artista. Al producir una pintura o escultura, por ejemplo, el artista juega con ciertas formas en su imaginación. En este juego libre, según Kant, ciertas expresiones parecerán estéticamente correctas; y el artista experimentará placer estético mientras interpreta aquel objeto artístico.
La armonía de las formas y el placer que inducen sería, según la estimación de Kant, los signos externos de reglas de belleza. El artista ingenuo, según Schiller, sigue estas reglas de belleza de forma inmediata e irreflexiva, su pluma o el pincel se guían por el puro sentido de la rectitud estética.
La diferencia entre el poeta ingenuo y el poeta sentimental, así como Schiller reconstruye sus actividades, no radica, por lo tanto, en el uso de ideas - ambos emplean ideas que en un nivel profundo
unen sus propias naturalezas con la naturaleza externa - sino, más bien, en que el poeta ingenuo no lucha reflexivamente con las ideas tal como lo hace el poeta sentimental.
Antes de su contacto con Schiller, Goethe había asumido sin darse cuenta que la belleza de la naturaleza simplemente se precipitaba en sus ojos y brotaba de su pluma. Así, Schiller comenzó a mostrarle que en este proceso intervenían conceptos constructivos, que su apreciación estética de la naturaleza requería la potencia creativa de las ideas, de las reglas estéticas, aunque esas reglas (como lo sugería implícitamente la definición de genio de Kant) estuvieran por debajo del limen de la conciencia, enterrado profundamente dentro de la naturaleza del artista.
Si bien la metafísica de esta implicación podría no encontrar una justificación dentro de los confines de la propia epistemología de Kant, esta hizo eco tanto Schiller como Goethe. Esta convicción metafísica se puede rastrear detrás del aforismo de Goethe:
"Algo desconocido, similar a una ley en el objeto
corresponde a algo desconocido, similar a una ley en el sujeto."
Morfología de Goethe
En 1794, poco después de haber consolidado su amistad con Schiller, Goethe compuso un breve ensayo sobre morfología que mostraba la clara impronta de la Tercera Crítica y las discusiones que tuvo con su nuevo amigo.
En su "Versuch einer allgemeinen Vergleichungslehre" (Ensayo sobre una teoría general de la comparación), Goethe destacó un aspecto particular de la propuesta de Kant sobre el juicio teleológico (finalidad), es decir, que si bien los organismos muestran una teleología interna, no deben ser considerados solo como elementos de una teleología externa - causas finales en un sentido más cosmológico.
Bajo la luz kantiana, Goethe instó en su ensayo a que el anatomista rechazara la noción de que las estructuras de plantas y animales habían sido diseñadas con propósitos divinos; el investigador debe entender que esas estructuras tienen su razón de ser en la organización funcional de toda la criatura (totalidad).
estructura - función
Para adaptar el picante ejemplo de Voltaire, no debemos maravillarnos de una sabiduría superior que supuestamente diseñó la corteza del alcorno para así conservar los vinos finos; más bien deberíamos tratar de entender cómo esa parte funcionó dentro de la organización del árbol en sí y cómo se vio afectada por sus circunstancias geográficas.
La relación de los organismos con su entorno, según Goethe, había que considerarla como no intencional: el medio ambiente tiene un impacto en las criaturas, cambiando su forma exterior para conformar sus requisitos particulares, dando lugar al organismo "cuyo propósito es respecto a ese externo medio ambiente [seine Zweckmässigkeit nach aussen] (conveniencia hacia afuera) ”.
Pero esto es solo una parte de la historia; porque las estructuras internas de plantas y animales mostraron otra fuerza en acción. También había un "núcleo interno" (innere Kerne) que proporciona una estructura/patrón corpóreo general para un organismo, cuyas fuerzas extrínsecas pueden particularizarse de diferentes maneras: la foca, por ejemplo, tenía un cuerpo formado por su medio acuático, pero su esqueleto mostró la misma configuración general que la de los mamíferos terrestres.
Goethe así concluyó:
La forma última [de una planta o animal] se construye a partir de un núcleo interno, que se da su particularidad a través de la determinación de sus elementos externos. De esta manera, un animal manifiesta su propósito respecto al medio exterior, ya que se forma tanto a partir del exterior como desde el interior.
Así, los organismos vivos conforman sus estructuras a partir de dos fuerzas, una intrínseca, que proporciona un patrón general, y una extrínseca, que da forma a cada organismo en sus circunstancias particulares.
Esta última fuerza ambiental, concibió Goethe (así como lo harían Lamarck y Darwin) funciona como un efecto directo sobre el organismo que lo adapta a sus circunstancias particulares (“intencionalidad con respecto a ese ambiente ").
Así Goethe remplazó la teleología divina por la causalidad natural, aunque una causalidad que aún conservaba un rasgo télico.
Desde 1794 hasta el cambio de siglo, Goethe compuso varios otros ensayos dedicados a la morfología, la mayoría reflejando su compromiso con Kant. Por ejemplo, en 1796, trabajó en una serie de conferencias, no entregadas, que esbozarían su concepción de la morfología. Estos "Vorträge, über eine allgemeine Einleitung in die vergleichende Anatomie" (Conferencias sobre una introducción general a la anatomía comparada) argumentaban que la teoría del arquetipo no se basaba en meras hipótesis, ya que esta derivaba de la noción de un organismo vivo, determinado, independiente y eficazmente.
Tal ser tendría partes mutuamente dependientes (interdependientes) de unas a otros y sólo comprensibles en relación con el todo. Ahora, por supuesto, Kant sostuvo en gran parte lo mismo, aunque especificó que tal concepto teleológico, mientras caracteríizaba el modo humano de pensamiento, era sólo regulativo, no determinante de naturaleza externa.
Para Kant, el concepto de un ser vivo simplemente no podía funcionar -como Goethe pensaba- en la ciencia auténtica, que sólo podía referirse a las causas mecánicas en la explicación de los fenómenos naturales.
Sin embargo, Goethe utilizó el marco teórico kantiano, para imaginar otra concepción que propuso de esta manera:
"Así estamos seguros de la unidad, variedad,
intencionalidad y legalidad de nuestro objeto.
Si somos reflexivos y suficientemente contundentes para acercarnos a nuestro objeto
para considerarlo y tratarlo con un modo de representación simple, aunque comprensiva [Vorstellungsart],
que es legalmente libre [gesetzmässig-freien], viva, pero regular,
-si nos posicionamos (epistemología) empleando los poderes mentales que uno suele llamar genialidad,
para penetrar en ciertos aspectos geniales e inequívocos de naturaleza productiva-
entonces, deberíamos ser capaces de aplicar este significado de unidad en multiplicidad a este objeto.
Si nosotros lo hacemos debería surgir algo con lo que nosotros, como hombres, deberíamos estar
contentos (placer)."
En este pasaje que fluye turbulentamente, varios remolinos de significado kantiano se forman alrededor de la roca de fondo (núcleo) del realismo instintivo de Goethe.
Primero, sugiere el concepto que asegura a los seres vivos una unidad fundamental de tipo (prototipo/arquetipo), una unidad que, sin embargo, permite una gran variedad de realización.
En segundo lugar, piensa en este concepto como legalmente libre, una frase y una concepción que parecen venir directamente de la descripción de Kant del juicio estético como derivado de "la libertad legalidad del entendimiento".
Finalmente, cuando Goethe se refiere al "genio productivo de la naturaleza", obviamente juega con de la propia definición de Kant de genio como "la naturaleza que da las pautas hacia el arte". Y parece que sugieren dos aspectos de esta noción: que los arquetipos en la naturaleza constituyen una fuerza que da existencia a organismos particulares; y que estos arquetipos son comprendidos por el artista durante la creación de objetos estéticos.
Kant, por supuesto, considera los juicios estéticos, así como los juicios teleológicos intrínsecos, no como determinantes sino como reflexivos; y tales juicios reflexivos en el caso de organismos son regulativos, es decir, virtualmente hipotéticos.
Sin embargo, el arquetipo de Goethe, como él lo piensa aquí, no es meramente una noción reguladora, sino que sería determinante. El espinozismo residual de Goethe, según el cual las ideas residen en la naturaleza, imparte un giro (tropismo) decidido a su kantismo recién adoptado, un giro que la mayoría de los kantianos encontrarían simplemente confuso sino que confundidos
Después de todo, ¿por qué asumimos que nuestro modo de concebir la naturaleza ha sido adquirido a partir de la naturaleza misma?
La respuesta a esta pregunta la resolvería un joven filósofo que Goethe adoptaría virtualmente como hijo a Friedrich Wilhelm Joseph Schelling. Dentro de poco después de su llegada a Jena a finales de la primavera de 1797, Schelling se enredó (enmarañado/entangled) con un grupo de poetas, historiadores y críticos que iban formando lo que se conoció, según a su propia designación, como el círculo romántico.
Y si bien Goethe inicialmente estaba en el periferia de este círculo, fue atraído rápidamente a su núcleo (abrazo).
Goethe se dio cuenta de que la Universidad de Jena habia sufrido una tremenda pérdida en 1794 cuando Karl Leonhard Reinhold aceptó un puesto en Kiel. El puesto de concejal pronto encontró a Johann Gottlieb Fichte. Las primeras semanas del filósofo en la universidad produjo una tremenda emoción. Schiller y él se llevaron bien de inmediato, y Goethe se dedicó a leer las obras del recién llegado.
La comprensión de Goethe de la filosofía impresionó a Fichte: “Él [Goethe] ha representado mi sistema de manera tan sucinta y clara que yo mismo no podría haberlo hecho más claramente ”. Durante sus cinco años en Jena, Fichte planteó sus apuestas filosóficas de la discusión; e hizo a Goethe consciente, tanto a través de la fuerza de una personalidad poderosa como a través de sus ideas difíciles: los aspectos cruciales de la filosofía kantiana, especialmente de la "Cosa en sí".
Por 1799 las relaciones de Fichte con otros profesores de la universidad, muchos celosos de su posición e irritados por sus actitudes imperiosas, se hizo frágil hasta el punto de dejarlo colgando frente a detractores menos sofisticados. Una parte de los estudiantes se mantuvieron leales, pero las fraternidades continuaron haciéndole pasar un mal rato. Fichte finalmente tropezó en su relación con Carl August cuando se le acusó de ateísmo.
En esta ocasión, ni siquiera Goethe tuvo la oportunidad de salvar a Fichte de sí mismo. Fichte fue despedido de la universidad en junio de 1799.
Dos años después de la llegada de Fichte a Jena, August Wilhelm Schlegel se mudó a la ciudad, llevando consigo muchas ambiciones literarias, así como su nueva esposa Caroline Michaelis Böhmer Schlegel y su hija Auguste de un matrimonio anterior. Él había sido contratado para unirse a Schiller y Goethe como compañero de trabajo en la nueva revista Die Horen.
En 1798, después de una pelea con Schiller, Schlegel se convirtió en profesor en la Universidad. Goethe descubrió inmediatamente en este historiador y crítico literario a alguien cuyo juicio estético coincidía con el suyo, incluso cunado inicialmente desconfiaba de su nuevo amigo con "tendencias democráticas". Hablaban sobre las traducciones de Schlegel de Shakespeare, y Goethe encontró en este hombre genial un confidente literario solo antes superado por Schiller.
Schlegel, por su parte, vino, en palabras de su hermano, a “adorar” a Goethe. Aproximadamente un mes después de que August Wilhelm y Caroline Schlegel se hubieran establecido en Jena, Friedrich Schlegel, más volátil, impetuoso y apasionado que su hermano mayor, habitó en una casa no lejos de la familia.
Goethe había leído con gran interés la colección de ensayos del Schlegel menor sobre poesía griega y romana, el cual que tenía un prefacio que había utilizado "La poesía ingenua y sentimental" de Schiller para formular el sentido básico de el modo Romántico de pensamiento. Goethe pronto invitó a este exuberante historiador de literatura antigua para acompañarlo en sus paseos vespertinos.
Aunque Friedrich Schlegel, también, se convirtió en un admirador de Goethe, su relación con Schiller se agrió rápidamente cuando publicó algunos tratados políticos en la revista republicana Deutschland, y luego añadió insultos personales a estas injurias políticas a través de ensayos críticos de la poesía y juicio de Schiller. La sospecha de que Caroline Schlegel ayudó estas actitudes era alta, así Schiller cultivó un sincero desdén por "Madame Lucifer".
En junio de 1797, cuando sus circunstancias sociales se volvieron bastante incómodas en Jena, Friedrich se fue a Berlín, donde conoció y abrazó la amistad de Friedrich Daniel Schleiermacher, que había iniciado unaa trayectoria filosófico-religiosa que impactaria de manera duradera el pensamiento protestante en Alemania.
Friedrich regresó a Jena en 1799, poco seguido por Dorothea Mendelsohn Veit, la mujer con la que viviría en imitación del arreglo de Goethe con su amante Christiane Vulpius. Las complejidades de estas configuraciones sociales no impidieron la renovación de la amistad entre el hombre mayor y su admirador más joven.
[...]
El círculo romántico alcanzó su apogeo filosófica cuando Friedrich Schelling, de veintitrés años, llegó a Jena para asumir el cargo. Goethe titubeó al principio porque sospechaba de un pensador demasiado atraído por la irrealidad idealista. Pero cuando conoció a Schelling en una fiesta organizada por Schiller, se impresionó con este filósofo joven, que mostró un conocimiento de la ciencia natural real, en particular las propias obras de Goethe, y que parecía no estar contaminado por el tipo de inclinaciones jacobinas mostradas por Fichte. Goethe escribió:
"La breve visita de Schelling fue una verdadera alegría para mí.
Tanto para él como para nosotros, sería
sería un deseo realizado si lo trajeran aquí. Para él, porque podría
entrar en una empresa activa y enérgica, ya que ha tenido una
vida aislada en Leipzig, una empresa en la que podría ser guiado en
experiencia y experimentos, y proseguir un estudio entusiasta de la
naturaleza, para que sus talentos mentales pudieran ser aplicados con
propósito apropiado.
Para nosotros, la presencia de tan estimable miembro
nos ayudaría enormemente, y mi propio trabajo avanzaría considerablemente
con su ayuda."
Goethe y Schelling se acercaron bastante durante los seis años que el filósofo permaneció en Jena. La profunda relación personal entre Goethe y Schelling inevitablemente afectó sus vidas intelectuales.
Goethe y Schelling: La Naturaleza como la poesía de la mente
Goethe suele ser asociado con un rechazo absoluto de las aspiraciones científicas y metafísicas de los románticos. Los historiadores que hacen este juicio lo consideran bajo la rúbrica de "escritor romántico" como a Schelling, Henrik Steffens, Gotthilf Heinrich Schubert y Lorenz Oken.
Goethe ciertamente pensó que al menos los últimos tres a menudo se entregaban al "Schwärmerei" y la oscuridad. Pero a aquellos individuos que llevan (o se les ha impuesto) la etiqueta del romanticismo al expresar puntos de vista y disposiciones filosóficas distintivas. Goethe reaccionó a cada uno de manera diferente, y sus sentimientos por cada uno de ellos evolucionaron con el tiempo.
Cuando los Schlegel adoptaron de manera ortodoxa sentimientos religiosos después del cambio de siglo, Goethe se decepcionó, sintiéndose sospechoso e irritado por ellos. Para Schelling, sin embargo, albergaba un cálido afecto, que apenas disminuyó con los años. Y su entusiasmo por las ideas del joven filósofo continuaron creciendo desde su primer encuentro hasta el momento en que Schelling abandonó Jena en 1803.
A partir de entonces, se mantuvo al día con los cambios en los intereses filosóficos de Schelling, siempre indicando una consideración positiva, aunque no una completa aceptación. Sin embargo, el joven filósofo aseguró las líneas a la deriva de puntos de vista metafísicos de Goethe, proporcionando muchas de sus actitudes rigurosas y racionales.
Durante los años que Schelling estuvo en Jena, él y Goethe se reunían con frecuencia para discutir cuestiones filosóficas, científicas y artísticas. Goethe - el poeta, el científico y el genio de Weimar - como un remolino de energía creativa llevó al joven filósofo al centro de sus intereses y lo inundó de concepciones reorientadoras. Su poder de desvío hizo su efecto casi de inmediato. En el período de invierno de 1798-1799, Schelling comenzó a involucrarse en Jena sobre la Naturphilosophie, conferencias que producirían durante la Pascua su "Entwurf zu einem System der Naturphilosophie" (Primer esbozo de un sistema de Naturphilosophie).
En noviembre, él y Goethe se reunieron para discutir el carácter de la Naturphilosophie, y particularmente los problemas de la metamorfosis orgánica. Después de la publicación de sus conferencias, Schelling, bajo la influencia de Goethe, sintió la necesidad de aclarar y desarrollar un aspecto de la Naturphilosophie que había descuidado, a saber, el papel del experimento y la observación.
Durante un período particularmente intenso, desde mediados de septiembre a mediados de octubre de 1799, ambos continuaron reuniéndose casi a diario para discutir este problema, y juntos pasaron casi una semana repasando la "Einleitung zu dem Entwurf eines Systems der Naturphilosophie (Introducción al bosquejo de un sistema de Naturphilosophie).
Schelling proclamó que aquellas conversaciones habían le había producido un gran “florecimiento de ideas”.
La introducción decía inequívocamente la necesidad de experimentar para descubrir las leyes de la naturaleza. Y de hecho, Schelling - el caballero andante del idealismo - proclamó que “todo nuestro conocimiento proviene de la experiencia". Es difícil dudar que Goethe estimuló, promovió y fomentó la concepción de la experiencia como el verdadero Excalibur (Ex Calce Liberatus) de las ciencias naturales.
La introducción indica claramente el camino del idealismo de Schelling, que lo llevó, dentro de dos años, a desarrollar un tipo de objetivismo espinozista que Fichte despreciaba. Aunque muchas presiones operaron sobre Schelling para dar dirección a su pensamiento, no cabe duda duda de que las poderosas fuerzas goetheanas lo empujaron hacia ese idealismo realista que finalmente abrazaría.
Goethe, también, cambió de orientación; comenzó a repensar la relación entre arte y ciencia, especialmente en la conexión subyacente en la identidad entre la mente y la naturaleza. Había comenzado a moverse en esa dirección, como hemos visto, debido a su lectura de Kant y las insistentes ideas de su querido amigo.
Schelling aceleró el movimiento de Goethe hacia el idealismo. Eso comenzó con su reunión a finales de mayo de 1798 para realizar experimentos ópticos juntos. Luego, a principios de junio, Goethe retomó el libro "Die Weltseele" (Alma del mundo) de Schelling.
"Yo encontré mucho en lo que pensar, examinar y hacer en las ciencias naturales. El libro de Schelling "El alma del mundo" requería mi máxima atención mental. Lo vi en todas partes incorporado en la metamorfosis eterna del mundo exterior." Este texto inspiró un poema de Goethe, titulado Weltseele, la palabra-alma, que:
Se aferra rápidamente a la tierra informe
Y con juventud creativa, no cesa
Para animar y dar a luz
Cada vez más vida en aumento mesurado,
para que finalmente cada partícula de polvo viva.
Estas líneas capturan en forma poética el tipo de "evolución dinámica" que Schelling retrató en su tratado y que Goethe aprobaría.
El poema de Goethe no solo indica un lugar de interés que el trabajo de Schelling tenía para él; también señala una transformación en su actitud sobre la relación entre el arte y la ciencia. En un ensayo compuesto a principios de la década de 1790, su "Der Versuch als Vermittler von Objekt und Subjekt" (El experimento como mediador entre objeto y sujeto) Goethe había establecido claras distinciones metodológicas entre el arte y la ciencia, incluso si transgredía estos límites en la práctica. En ese momento, consideró las dos empresas conceptualmente distintas.
Schelling, por el contrario, comenzó a desarrollar su filosofía precisamente en la línea prescrita en el mandato romántico de Friedrich Schlegel:
“Todo arte debe convertirse en ciencia y toda ciencia en arte; poesía y filosofía deberían hacerse una sola."
Debido a su interacciones con Schelling, Goethe se hizo más consciente de la forma en que la poesía y la ciencia pueden y deben unirse. El sistema de idealismo trascendental de Schelling demostraba esto para Goethe de la manera más convincente.
El Sistema comenzó como una serie de conferencias que Schelling dio en el período de invierno de 1799-1800 y publicado en Semana Santa. Envió una copia a Goethe, y el poeta inmediatamente respondió que por lo que había leído rápidamente, creía entender su argumento. Estaba seguro de que “en este tipo de presentaciones, habría grandes ventajas para cualquiera que se inclinara a practicar el arte y observar la naturaleza.
Goethe rara vez manifestaba halagos condescendientes, y ciertamente este no era un caso. Expresó abiertamente su admiración por las ideas de Schelling, como Friedrich Schlegel mencionó, con cierto resentimiento, a su hermano: "Goethe, le escribió a Wilhelm, “habla sobre la Naturphilosophie de Schelling constantemente con cariño. ” Pero, ¿qué es exactamente causó tal impresión en Goethe?
Schelling sostenía que el objetivo último de la filosofía trascendental era llevar a identidad intuitiva la actividad consciente e inconsciente que constituía a la unidad de sí mismo. Con Fichte, rechazó la noción kantiana de una "cosa en sí" como inconsistente e injustificable. Más bien argumentó que la actividad inconsciente de un Self absoluto creaba tanto un Yo empírico y a la naturaleza como el correlato recíproco del Yo.
La filosofía trascendental tenía la tarea de hacer que esta actividad creativa fuera reflexivamente certera por una parte, y por la otra para unir en una síntesis intuitiva de ambas naturalezas, tanto del inconsciente que era producto del Yo, y la del Yo consciente, que estaba frente a la naturaleza.
El reino objetivo con lo subjetivo, necesidad con libertad. El filósofo tenía la tarea, por lo tanto, de traer a la intuición intelectual - esa actividad productiva del yo y del no yo - de la oscuridad de la operación inconsciente a la luz del pensamiento consciente.
Pero esta intuición intelectual, según Schelling, podría ser modelarse de mejor manera en el acto estético, que unió las leyes inconscientes de la belleza y las intenciones conscientes del artista. Una examinación detenida de la creación del objeto estético por el artista, entonces, podría iluminar la creación de la mundo natural y del Yo empírico por el genio del Yo absoluto.
La propia teoría del genio de Schelling dependía de ideas extraídas de Kant, Friedrich Schiller y Friedrich Schlegel. Interpretó la definición de genio de Kant (es decir, "el rasgo mental innato (ingenium) a través del cual la naturaleza da la pauta hacia el arte") como que la naturaleza inconsciente del artista determina aquellos principios de belleza que se expresan en sentimientos no conceptuales, que, a su vez, impulsan la comportamientos conscientes.
El artista aplica pintura al lienzo no a la luz de un conjunto de reglas consciente, sino confiando en el sentimiento estético, -la superficie palpable de las leyes inconscientes subyacentes- para guiar el cepillo.
En opinión de Schelling, las leyes inarticulables que gobiernan la producción estética surgen con una determinación irresistible de la naturaleza inconsciente del genio. Deben seguirse estas leyes o reglas. Sin embargo, cada golpe necesario del cincel del escultor, toda metáfora perfecta del poeta, fluyen desde el libre albedrío del genio. Así, fuerzas insistentes brotan de la naturaleza inconsciente del artista y se precipitan en cascadas turbulentas a través de los estrechos de la conciencia.
Esto crea, según Schelling, violentos remolinos de contradicción que "ponen en movimiento la urgencia artística".
Tales contradicciones solo pueden calmarse a través de la ejecución de la obra de arte. Cuando el artista se detiene a observar el producto terminado, sentirá la unión de la naturaleza y del Yo, de la necesidad y la libertad, de el inconsciente y el yo consciente.
Así se alcanzará la meta de la filosofía trascendental: lo que es originalmente un Yo (idéntico) -fragmentado, por así decirlo, a través de un desarrollo dialéctico en el que la auto-reflexión en las estructuras subjetivas de la inteligencia y las estructuras objetivas de la naturaleza- ese Yo habrá vuelto a su identidad original.
La inteligencia “se sentirá sorprendida y muy feliz por esta unión, es decir, ver esta unión como un generoso regalo de naturaleza superior, que a través de esta conexión ha hizo posible lo imposible.
En su análisis de la naturaleza del genio artístico, Schelling intentó retratar, en otra clave, la esencia creativa del Yo, tal como se construyó tanto a sí mismo como a la naturaleza. Resumió este análisis afirmando que “la intuición estética es simplemente cuando la intuición intelectual se vuelve objetiva".
El arte, para Schelling, se convirtió en el modelo de naturaleza. Y así pudo introducir el concepto romántico de que "la naturaleza es un poema que permance encerrado (cubierto) en un guión secreto y maravilloso". Esta era una posición filosófica que sólo podría atraer la admiración de Goethe:
"Desde que me he desprendido del tipo habitual de investigación natural y se han
retirado de mí como una mónada y deben flotar sobre la mente regiones de la ciencia, sólo ocasionalmente he sentido un tirón;
pero yome inclino decididamente hacia su doctrina. Deseo una completa armonía
que espero haber efectuado tarde o temprano a través del estudio de su
escritos, o preferiblemente de su presencia personal; y espero, también,
a través de la formación de mí mismo con respecto a lo universal para tener
impacto tarde o temprano;
Esta formación debe, en consecuencia, volverse más pura, de hecho,
cuanto más lentamente absorba esto, más fiel me mantengo en mi
modo de pensar. "
Goethe mencionó en su carta que había estado recibiendo instrucción en el nuevo idealismo con Niethammer (que estaba en la facultad de filosofía en Jena). Los dos se conocieron asi a diario durante un mes, desde principios de septiembre hasta principios de octubre de 1800. Después Schelling regresó en el otoño a Weimar, su ímpetu filosófico murió lentamente y fue reemplazado por una creciente depresión por la muerte de Auguste.
Para Navidad estaba en tal estado que Caroline creyó que él podría suicidarse, y se las arregló para Goethe para acoger a su amante desesperado. Schelling pasó las vacaciones de Navidad con Goethe, quien aparentemente produjo el tipo correcto de cura psicológica.
Schelling se recuperó, y su gratitud por la solicitud personal de Goethe se mezcló dulcemente con admiración por el genio del hombre mayor. Cuando Schelling dio una conferencia sobre la filosofía del arte poco tiempo después, no dudó en proclamar a "Fausto" como "la esencia más intrínseca y pura de nuestra época ”. Mientras Schelling permaneció en Weimar, él y Goethe siguieron encontrándose; discutirendo los nuevos proyectos del filósofo, proyectos, como Bruno, que dio una expresión contundente y bastante accesible a la teoría de la identidad espinozista que Schelling estaba desarrollando, una teoría sin duda alentada por Goethe.
Creo que hay pocas dudas de la admiración de Goethe por Schelling o su entusiasmo por la nueva filosofía. Goethe le explicó a Schiller por qué estaba tan comprometido con las ideas de Schelling: “ya que uno no puede escapar de las consideraciones de la naturaleza y arte, es de la mayor urgencia que llegue a conocer este modo dominante y poderoso de pensamiento." Este modo de pensamiento dominante y poderoso resolvia para Goethe varios problemas profundos relacionados con la naturaleza y el arte que le preocupaban constantemente. Pero, ¿cómo logró esto la filosofía de Schelling?
Resoluciones de Schelling de la problemática kantiana de Goethe
Primero, y lo más importante, la visión filosófica de Schelling, especialmente como es desarrollada en su sistema de idealismo trascendental, demostró teóricamente que la comprensión científica y la intuición artística no se oponían a una otra, como una vez pensó Goethe, sino que reflejaban modos complementarios de penetración en las leyes subyacentes de la naturaleza.
"La tentativa de lo imposible" - René Magritte
Para Goethe esto liberó el sentido de la íntima conexión entre los enfoques científico y artístico de la naturaleza, que consecuentemente expresó, como era su costumbre, en un poema "Natur und Kunst" (Naturaleza y arte), que compuso en este momento:
Naturaleza y arte, pareciera que se repelen
Sin embargo, vuelan juntos antes de que uno se dé cuenta;
El antagonismo también se ha ido de mi,
Y ahora ambas me parecen igualmente justas.
Si, como sostenía Schelling, “el mundo es la poesía original, aunque inconsciente de la mente” (mundo/mónada/pliegue) entonces el poeta podría construir hermosas representaciones empleando esos mismos principios que entraron en la creación original del mundo natural.
Así, habría una justificación filosófica para el supuesto de complementariedad entre el juicio científico y el estético: el poeta, a través del genio creativo, podía componer esas obras que tendrían la autoridad de la naturaleza misma, una autoridad que Goethe siempre sintió profundamente pero que no pudo justificar.
Recíprocamente, la estética puede llevarnos a conocer las leyes ocultas de la naturaleza, a esos arquetipos según los cuales la naturaleza se expresa creativamente. Como Goethe lo formuló epigramáticamente: “Lo bello es una manifestación de leyes secretas de la naturaleza, que sin su apariencia habrían permanecido ocultas para siempre."
Esta concepción goetheana iba en contra de la profunda separación (barrera) que Kant construyó entre determinados juicios de la naturaleza y juicios reglamentarios del arte. Sin embargo, fue Schelling quien demostró cómo el juicio estético abre (apertura) el corazón de la naturaleza para el examen científico.
Schelling también había mostró en su Sistema que Kant no debió haber restringido la genialidad al ámbito estético. Demostró que el genio también se puede encontrar en las Ciencias. Así como Goethe encontró resistencia por parte de los científicos a su trabajo sobre óptica y morfología, sin duda, descansaría más cómodamente en el conocimiento, gracias al análisis de su joven amigo, que su genio en la ciencia no requería adherirse a la sabiduría científica convencional.
Sus intuiciones estéticas podrían sondear más profundamente, podrían seguramente dar lugar a nuevos descubrimientos en la ciencia de lo que podrían los estudios apegados a la tradición de sus críticos. Además, Schelling había sostenido que las leyes de la naturaleza, que el poeta-científico podría comprender, serían también leyes de la libre creatividad.
Aunque Goethe probablemente no investigó demasiado el argumento de Schelling que proponía que la libre creatividad de la mente se ajustaba exactamente a las leyes fijas de la naturaleza (libertad-fijación), el argumento, apoyaba su idea de que la verdadera libertad, al menos de la variedad humana, sólo podía realizarse en la limitación. Como el lo expresó en la estrofa final de su naturaleza y arte:
El que quiere ser grande debe actuar con serenidad;
En la restricción, primero se muestra a sí mismo como aquel que domina,
Y solo la ley puede darnos plena libertad
Varias veces he sugerido que los principios filosóficos de Schelling resuelven para Goethe el enigma que atormentaba a todos los que se convencían de la epistemología kantiana: ¿cómo podríamos tener una comprensión auténtica de la naturaleza externa, si estuviéramos protegidos (barrera/muralla) por nuestras propias representaciones de la realidad? Si nuestras construcciones mentales hubieran sido erigidas a través de una naturaleza falsa?
La resolución, desde la perspectiva de Schelling perspectiva, era simplemente que la mente puede construir la naturaleza, pero que no había una "cosa-en-si" detrás de la construcción. La naturaleza realmente es lo que parece ser. De modo que los colores y las formas brillantes que deslumbraban a la vista no eran meritorios y rasgos superficiales: son inherentes a la naturaleza. En opinión de Schelling, el verdadero idealismo era el realismo más auténtico.
Además, como Schelling llevó su filosofía a un nivel absoluto ideal-realismo, su posición se fusionó con la de Spinoza: las ideas que constituían las creaciones de la naturaleza no eran cautivas de las mentes individuales, sino que estaban más allá del yo empírico y de la naturaleza, aunque se realizaban en ambos.
De ahí la solución al rompecabezas del epigrama de Goethe: ""Algo desconocido, similar a una ley en el objeto corresponde a algo desconocido, similar a una ley en el sujeto." La conexión entre objeto y sujeto se produce a través de la actividad orgánica de la mente absoluta y sus ideas, que después funcionan como conceptos arquetípicos dentro de los cimientos de la morfología.
El impacto de Schelling en Goethe repercutió a lo largo de los años y se volvió particularmente manifiesto durante el tiempo que trabajó en "Zur Morphologie", comenzando en 1817. El ensayo "Anschaundende Urteilskraft" ("Juicio intuitivo", 1820) proporciona un buen ejemplo de esta influencia duradera (casi como la herencia).
Este ensayo vuelve a la tercera Crítica de Kant, como Goethe mismo hizo en este momento, para considerar la distinción del filósofo entre juicio reflexivo y determinante. Se recordará que Kant clasificó los juicios de belleza y juicios apropiados a la biología (evaluaciones de fines-medios) como reflexivos. Estos juicios surgieron al intentar comprender la relación de las partes con el todo, ya sea en una obra de arte o una obra de la naturaleza.
En nuestra apreciación de un objeto de arte, nuestra comprensión considera sus diversas partes, permitiendo el libre juego de la imaginación para tener una idea de la armonía de formas, un sentimiento de intencionalidad en su disposición; tales sentimientos expresan esas ideas inarticulables de la belleza y permiten la necesidad y la universalidad del juicio estético.
Asimismo, cuando un biólogo evalúa los rasgos de un organismo, ocurre el mismo procedimiento reflexivo: a través de una exploración inicial de las partes, formula una idea del todo, aunque consciente y articulable, una idea arquetipo — y por lo tanto comprende los rasgos del organismo en relación con el todo.
De hecho, el estudioso de la naturaleza debe, según Kant, juzgar las estructuras investigadas como si hubieran llegado a existir en razón de la idea o arquetipo. Pero en este caso, el biólogo sólo hace una evaluación heurística y no puede presumir la idea a lo que llega para haber causado realmente la estructura. El científico, según Kant, debería hacer atribuciones determinantes sólo de causas mecánicas, no de causas intencionales, para explicar fenómenos naturales.
En nuestra comprensión científica de la naturaleza, de acuerdo con el sistema kantiano, aplicamos las categorías como causalidad y sustancia de manera determinante para crear, por así decirlo, el reino fenoménico de objetos naturales que interactúan mecánicamente. Pero al considerar organismos biológicos, debemos analizar inicialmente las partes en búsqueda reflexiva de ese idea organizadora que pueda iluminar sus relaciones. Pero Kant sugirió que podría concebir otro tipo de intelecto, otro que el nuestro, que pudiera pasar de la intuición del todo a la de los constituyentes, en lugar de seguir nuestro camino desde partes al todo. Este sería entonces un intellectus archetypus, cuya idea misma sería creativo. En cuanto a esta noción kantiana, Goethe hizo una incisiva y polifacética observación:
El autor parece aquí, de hecho, referirse a un entendimiento divino. Sin embargo, si
en el reino moral se supone que debemos elevarnos a una región superior y
acercarnos al Ser primario a través de la fe en Dios, la virtud y la inmortalidad,
entonces también debería ser lo mismo en el ámbito intelectual.
Deberíamos ser dignos, a través de la intuición de una naturaleza continuamente creativa, de una participación mental en su productividad. Yo mismo había empujado incesantemente, inicialmente
inconscientemente y desde un impulso interior, a la imagen primordial [Urbildliche]
y típica [Typische].
La fortuna sonrió ante este esfuerzo y pude
construir una representación de forma natural; así que ahora nada más me puede
impedir emprender audazmente esta "aventura de la razón".
En este pasaje y en el breve ensayo del que procede, Goethe intentó la aceptación filosófica de una tesis similar a la de Schelling: si la experiencia moral nos obliga a postular a Dios para darle sentido a esa experiencia, entonces nuestra experiencia de los organismos también debería exigirnos que postulemos una intuición intelectual para dar sentido a tal experiencia.
Pero Goethe sugirió que esto ocurriría en dos maneras: primero sería la acción intelectualmente intuitiva de la naturaleza, la suposición de que la naturaleza misma, a través de una especie de instanciación de ideales arquetípicos, crearía organismos de acuerdo con tales ideales. Aquí Goethe parece aludir a la noción Spinozista de ideas adecuadas que en sí mismas serían creativas.
La segunda construcción que Goethe puso en la concepción de Kant fue que también podríamos compartir este tipo de intuición intelectual, presumiblemente como el artista que creó un objeto estético y también como el científico que penetró el velo de la naturaleza para comprender intuitivamente el arquetipo unidad subyacente a sus abigarrados des-pliegues.
Como Schelling, Goethe dio a entender que si las ideas arquetípicas eran necesarias para nuestra experiencia de la naturaleza orgánica, luego tenían que ser causales constituyentes de esa experiencia, mentalmente creativas de esa experiencia. Y estaba la implicación adicional de este análisis, a saber, que en tales creaciones mentales compartimos el propio poder generativo de la naturaleza; de hecho, nos identificamos con la naturaleza en tal actividad. Goethe reafirmó así un espinozismo de Schelling: Dios, la naturaleza, y nuestro intelecto eran uno solo.
El comentario final de Goethe en la cita anterior extrae la consecuencia última de este realismo ideal. En la tercera Crítica, Kant reconoció que la variedad de formas orgánicas aún mostraban "un arquetipo común [einem gemeinschaftlichen Urbilde]", y así podría ser producido, como él mismo dijo, por "una madre primordial común".
Esto puede llevar a emprender "una atrevida aventura de la razón", es decir, la creencia de que la tierra había dado nacimiento a formas menos intencionales y estas a formas más intencionales, hasta que el conjunto de formas actuales aparecieron organismos existentes. Kant pensó que esta hipótesis transformacional sería lógicamente posible si asumimos inicialmente que la causa inicial de la serie era ella misma orgánica. Sin embargo, rechazó esta hipótesis evolutiva porque no creía que tuviéramos
evidencia empírica de la generación de una forma más organizada a partir de una menos organizada. (pienso en la hipótesis Gaia)
La teoría de la evolución dinámica de Schelling, que Goethe aceptó, postulaba una base orgánica (es decir, mente absoluta) para una serie transformacional; y para la época de Zur Morphologie, los investigadores habían acumulado evidencia fósil de tales transformaciones (por ejemplo, el Megatherium). Goethe estaba así preparado, ya que concluyó, audazmente para emprender esa aventura de la razón de la que el sabio de Königsberg había hablado.
La hipótesis evolutiva aplicada a la naturaleza refleja la propia evolución mental de Goethe: Zur Morphologie siguió el ascenso gradual de sus ideas morfológicas, y esas ideas dieron lugar a la hipótesis de transformación que abrazó con bastante audacia. El fundamento metafísico, para Goethe, de estos dos series evolutias —del yo y de la naturaleza— descansaba en última instancia en el tipo de realismo ideal que Schelling había discutido y que Goethe abrazó.
Referencia:
Richards, R., Nature is the poetry of the mind or How Schelling Solved Goethe´s Kantian Problems. Universidad de Chicago
Traducción: Paula María Corte
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