Forma, idea y fuerza formativa - Jean-Luc Nancy (Traducción)



El dibujo es la apertura de la forma; la forma-abriéndose. 

Forma

El dibujo es la apertura de la forma; la forma-abriéndose. 
Esto puede ser pensado en dos sentidos: apertura en el sentido de un comienzo, de una partida, de un origen, de un envío, de un impulso o de un esbozo o la apertura en el sentido de una disponibilidad o capacidad inherente.
De acuerdo con el primer sentido, el dibujo evoca mas el gesto de dibujar que la figura trazada.
De acuerdo con el segundo sentido, indica la incompletitud esencial de la figura, una no-clausura, una no-totalización de la forma.
De una manera o de la otra, la palabra "dibujo" (drawing) retiene el valor dinámico, energético e incipiente que no está contenido en palabras como pintura, película o cinema.
En-contraste, palabras como música, danza y poesía, o como discurso y canción, devienen cercanas a conservar la dinámica o potencial dentro de cualquier valor estático.

El dibujo participa en un campo semántico donde el acto y la fuerza [puissance(poder)] se combinan, o donde el sentido del acto, del estado, o del ser que está en cuestión no puede des-atarse completamente de un sentido de gestualidad, movimiento o devenir.

La palabra "dibujo" se esboza a (lo largo de) sí misma o se adelanta a cualquier forma dispuesta,
en todo trazar [tracé], es como si se iniciara una huella que siempre debe ser descubierta nuevamente: abierta (up,  out), iniciada, incisa.

En la idea de dibujo, la palabra misma también puede designar una suspensión esencial de una realidad alcanzada. “Aquí hay un dibujo de Rembrandt” solo nos da el empobrecido significado fáctico e informativo de la palabra, mientras que la expresión “dibujo de Rembrandt” revela un valor muy diferente. Porque el dibujo de Rembrandt es la forma propia de dibujar de Rembrandt. Es el conjunto de características que distinguen su dibujo. Además, es también el papel que juega el dibujo en su obra, la forma en que el dibujo se desarrolla dentro de la obra, ya sea dentro de las pinturas o como un ejercicio aparte, ya sea en bocetos, estudios o grabados. El “dibujo de Rembrandt” tiende a distinguirse únicamente del “color de Rembrandt”, expresión que designa la manera en que Rembrandt emplea el color o los colores (sus matices, relaciones, etc.). (Dejaremos de lado, por el momento,  el delicado e  inextricable intercambio —división, intercambio y combinación— entre color y dibujo).

Como propensión, entonces, “el dibujo/color de Rembrandt” es “Rembrandt” mismo, o “el arte de Rembrandt”. Esta singularidad u originalidad se sitúa más allá del estilo o el talento. Irreductible a cualquier forma de análisis, sin duda se indica mejor al afirmar esta singularidad u originalidad como “arte”, en otras palabras, como un saber-hacer "savoir-faire" que excede todo saber y todo hacer. No se trata de una cuestión de «genialidad» (palabra sobre la que deberíamos guardarnos por una buena razón), sino del pensamiento de ese exceso, un pensamiento de lo impensable e inviable (lo indecible y lo irrealizable). Cada vez que se produce, este pensamiento como tal sólo puede ser único y singular, sin sustitución posible, como toda verdad.

En la idea de dibujo está la singularidad de la apertura —la formación, el ímpetu o el gesto— de la forma, es decir, exactamente aquello que no ha sido dado en una forma con la finalidad de formarse a sí misma.

El dibujo no es una forma dada, ni disponible, ni formada. Por el contrario, es el don (gift), la invención, el levantamiento [surgimiento], o el nacimiento de la forma. 'Que una forma venga' es la fórmula del dibujo, y esta fórmula implica al mismo tiempo el deseo y la anticipación de la forma, una forma de estar expuesto a lo que viene, a un acontecimiento inesperado, o a una sorpresa que ninguna formalidad previa habrá podido preceder o pre-formar.

Idea

¿Pero qué es eso a lo que llamamos forma? Es imperativo abordar este problema, ya que el dibujo representa por excelencia el elemento de forma, o una forma —y, como hemos sugerido, no solo dentro del dominio de las artes visuales sino en todos los dominios artísticos, ya que en todos estos dominios uno puede discernir un registro, elemento, o valencia a la que la idea de dibujar exige reivindicarse—sin ser simplemente el uso metafórico del término.

Leonardo da Vinci escribe: 'Estas partes [de la música] están obligadas a surgir y morir en uno o más tempos armónicos que rodean una proporcionalidad por sus componentes; tal armonía no se compone de una manera diferente a la línea circunstancial que genera belleza humana por sus respectivos componentes."

La forma es la “idea”, recordando la palabra elegida por Platón para designar los modelos inteligibles de lo real. Idea significa para Platón, según el término griego, nada más que la “forma visible” (a lo que se podría añadir que lo “visible” es el registro primario de referencia de la forma, porque ese registro mantiene la forma en primer plano, distinta, y de esta manera "formada". Por el contrario, y según otra distinción, el dibujo (dessin) abre la forma a su propia formación.

De hecho, las traducciones más recientes de Platón sustituyen “Forma” por la más tradicional “Idea”.
La “forma inteligible” no quita nada al campo de lo visible; sólo exige que esta visibilidad se adapte, no a la percepción inmediata e interesada de las cosas, sino al juicio y fin [visée] de su sentido y verdad. Así como la forma visible de la mesa nos presenta su uso y disponibilidad [disponibilité] como mobiliario, ya sea para comer, escribir o trepar, así también la “idea” de la mesa (tabula rasa , tabla de multiplicar, tablatura) tiene el sentido de una posibilidad general para . . . la propia asequibilidad, es decir, la forma de una superficie sobre la que se disponen las cosas, el modo en que la forma sale a la luz [mise en evidencia] y la presencia (sentarse a la mesa, poner algo sobre la mesa, la mesa de negociación, el Altar Santo [la Sainte Table). Esta forma da sentido o verdad a la “mesa”. Hay que comprender, pues, que “sentido o verdad” (empleados aquí como equivalentes) están lejos de constituir simplemente la “inteligibilidad” de lo sensible. Al mismo tiempo, esta inteligibilidad no es otra cosa que una captación (concepto) más exigente, más intensa, de la propia propiedad sensible. O también, al distinguir estos dos términos, se podría decir que la verdad es el punto o momento de interrupción del movimiento y apertura del sentido. Interrumpido, suspendido, el dibujo/diseño del sentido [le sens en son dess(e)in] revela a la vez su trazado [tracé] (su sustancia o su soporte) y la verdad, que no es su consumación sino, por el contrario, su misma interrupción.

Es por ello que muy pronto la palabra "dibujo" adquirió, si no exactamente el significado, sí el valor asociado a un boceto o un estudio. (freudian entwurf)

dibujar - dessin - entwurf

En El Arte de Pintar, Roger de Piles tiene un capítulo ''De los Diseños'', que comienza así: ''Los Diseños, de los que pretendemos hablar aquí, son los Pensamientos que los Pintores expresan comúnmente sobre el papel para ejecutar la Obra que ellos están planeando. Se deben enumerar entre los Diseños los estudios hechos por los Grandes Maestros, en otras palabras, las Partes que han dibujado según la Naturaleza, tales como cabezas, manos, pies y Figuras enteras, Cortinas, Animales, Árboles, Plantas, Flores, y finalmente todo lo que entra en la Composición de un Cuadro [Tableau]."

(Materia —para recordar una palabra que permanece inseparable de "forma"— es el nombre de la resistencia de la forma a su deformación. No es un "contenido" sin forma que la forma viene a moldear o modelar, sino más bien el espesor, la textura y la fuerza de la forma misma (sobre esta afirmación volveremos más adelante para comprender cómo el color y el dibujo no son tan exteriores el uno al otro como podría pensarse, aunque siguen siendo irreductibles e insustituibles).

Fuerza formativa

El dibujo es, pues, la Idea, es la verdadera forma de la cosa. O más exactamente, es el gesto que proviene del deseo de mostrar esta forma y de rastrearla para mostrar-la, pero no de rastrear para revelarla como forma ya recibida. Aquí, trazar es encontrar, y para encontrar, buscar una forma por venir (o dejar que se busque y se encuentre a sí misma), una forma por venir que debe o que puede venir a través del dibujo.

En el sentido de proyecto (freudian entwurf) o intención, el diseño [dessein] para formar o para mostrar es originalmente sólo otra palabra para dibujar, que hasta el siglo XVIII se escribía exactamente de la misma manera. Ambos derivan de de-signare (de ahí el disegno italiano y el designo-diseño de hoy), del que hemos conservado el término y la noción de designar. El dibujo designa la forma o idea. Es el pensamiento el que designa, presenta, muestra u ostenta. Esto significa que no es un pensamiento "demostrativo" —una demostración no muestra; se despliega a través de etapas, de tal manera que puede ser seguida, acompañada e incluso llevada a lo largo de su progresión. Inversamente, la demostración lo pone a uno, por así decirlo, ante el hecho consumado. Pero el “hecho consumado” del dibujo no es simplemente el de la demostración de la cosa; es la demostración de la forma, idea o pensamiento, y por lo tanto de la cosa como pensada o pensable— de la cosa ideada [idéelle], si se quiere distinguir entre esta palabra y el ideal, a la que tal vez esté estrechamente relacionada.

La cosa ideada o la idea de la cosa —la forma— no es una imagen etérea de la cosa, ni es como aparece. No es ni un noúmeno ni un fenómeno. Es el pensamiento de la cosa, es decir, su formación, reformación o transformación hacia la verdad. No es la noción genérica de "mesa" ni la mesa real sobre la que escribo, sino este dibujo de una mesa —de Cézanne o de Gropius— gracias al cual se engendra o se forma un pensamiento determinado, distinto pero no conceptual (aunque no rigurosamente perceptible per se y sin embargo sensible), precisa y presente pero no ofrecida a ningún otro uso que el del pensamiento, de la sensibilidad del pensamiento.

Lo mismo puede entenderse del dibujo industrial, tanto del dibujo de un arquitecto o botánico como del de un pintor o dibujante. Como todos los tipos de dibujo que se supone que son simplemente reproductivos o imitativos, incluso las tres primeras categorías mencionadas aquí no sólo "reproducen" (¿qué significaría aquí una "reproducción" fiel y completa?), sino que siempre producen una idea, un pensamiento, un sentido o una verdad. La diferencia entre estos tipos de dibujo y los calificados de artísticos —distinción inicialmente difícil de mantener de manera rigurosa— reside únicamente en el modo de la verdad en el juego. Hay una verdad que se piensa como conforme a una verdad verificable (identificable, reconocible o medible), y otra que se piensa como existente antes de una verificación (en el sentido literal del término —como producción de lo verdadero), una verdad que no es identificable, reconocible o, menos aún, mensurable; una verdad ante todo, y como principio, informe (a la que, en consecuencia, no se le puede dar una con-formidad).

El pensamiento de una forma in-con-forme e inverificable, el pensamiento de una forma que se forma a sí misma, de la forma auto-formativa [forme formatrice] —en consecuencia, de la fuerza formativa de esta misma forma, o incluso, de la forma en su fuerza, de la forma o la idea como fuerza, en fin, lo que los griegos llaman dunamis—es lo que constituye el dibujo del arte o el arte del dibujar, este arte, como ya hemos sugerido, que constituye el elemento, momento o dimensión de un pensamiento no-formalizado sino formativo, ostensible y dinámico que cruza (across) todos los campos artísticos.

En efecto, esta triple calificación debe entenderse no según un modo aditivo, sino según un modo sintético: el dibujo crea esta síntesis, que no es otra cosa que la fuerza de esta formación ostensiva. En otros términos, es el gesto de presentar algo en su evidencia. O, de nuevo, esto es de lo que Degas hablaba cuando dijo: "Dibujar no es la forma, es la manera de ver la forma".

O también, en términos muy diferentes, lo que quiere decir Armenini cuando escribe en Sobre los verdaderos preceptos de la pintura de 1587: “Tu dibujo será una pre-disposición que, al ser primero imaginado en la mente, luego concebido por el alma y el juicio, terminará cobrando existencia de varios modos en pequeños pedazos de papel.''

La "manera" o "modo", como propiedad del gesto de dibujar, se refiere a la singularidad de la forma, y ​​—esta singularidad en tanto que una verdad, una esencia o una característica sale-allí a la luz (como uno quiera decirlo), cada vez singular, única y exclusiva de la cosa dibujada. No existiría una diferencia esencial en si esta cosa corresponde a la representación de un objeto real o si se configura en sí misma sin figurar nada; 
de hecho, su esencia consiste enteramente en la manera, el modo y el encanto de su gesto, la fuerza de su movimiento, el peso y la ligereza de su marca [trait].

  • Nancy, J-L, (2013) The pleasure in drawing. Fordham University Press. (págs. 1-12)

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